lunes, 17 de octubre de 2011

Los hubieran matado...

Manuel Ávila Camacho
Por Rebeca Arvayo

Pero qué sabio era el General Francisco Villa, que en 1916, propuso en el Estado de Chihuahua  la pena de muerte para los que cometieran fraudes electorales. Y es que el gran Pancho Villa, sabía de qué pata cojeaban en aquellos años los políticos mexicanos. Y al parecer esas mismas prácticas las fueron perfeccionando a lo largo de las generaciones y se extendieron hasta nuestros días.

Recuerdo que en 1940 el candidato del PRI a la presidencia, Manuel Ávila Camacho, ganó con el 93 por ciento de los votos. Su contrincante era el general independiente Juan Andreu Almazán. Las elecciones se llevaron a cabo bajo enfrentamientos violentos y acusaciones creíbles de que hubo fraude en las votaciones. Quienes simpatizaban con el general  Almazán fueron perseguidos y ejecutados.

Luis H. Álvarez
Posteriormente, en el 58 Adolfo López Mateos, también candidato priísta, venció a Luis H. Álvarez del PAN con el 90 por ciento de los votos. El pequeño detalle fue que  Álvarez no  tuvo espacios en la radio, y hasta fue encarcelado en plena campaña por el "DELITO"  de "ser candidato de oposición".

Y quién no recuerda una de las más grandes burlas a la nación. Los resultados de la elección presidencial de 1988 favorecían a  Cuauhtémoc Cárdenas del PRD, cuando de pronto el sistema computarizado de las elecciones falló misteriosamente,  y cuando fue reanudado, mágicamente el candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari ganaba por un pequeño margen.

Felipe Calderón
En el 2006, Felipe Calderón obtuvo el triunfo frente a Andrés Manuel López Obrador,  por menos de un punto porcentual (0.56%), luego de encabezar una campaña de Estado, en la que se fomentó el miedo a la población, de un supuesto "peligro para méxico" si López Obrador obtenía el triunfo.

Cuántos fraudes se hubieran evitado si la ley de Pancho Villa se hubiera hecho realidad. Eso sí; los hubieran matado...

1 comentario:

  1. Si le cortáramos la cabeza a los políticos, realmente no perderían tanto.
    ¡Excelente blog Elena!

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